Al acabar el verano el agua se va enfriando lo que nos obliga a tomar mejores medidas para nuestra protección térmica si no queremos pasar frío buceando. Todos conocemos esa sensación de frío tan desagradable, bien en el aire o en el agua, que debemos evitar para realizar una inmersión placentera que podemos hacer incluso buceando en aguas muy frías.
Sentir frío es muy desagradable, como hemos dicho. Veremos que esa sensación tan desagradable forma parte precisamente de uno de los mecanismos fisiológicos que disponemos para luchar contra el frío, que nos obliga a buscar otro ambiente o a buscar abrigo, pero esa sensación se produce cuando ya hay un cierto grado de hipotermia por lo que debemos tomar las debidas precauciones para que no se produzca siquiera.
Todos conocemos distintas formas de protegernos contra el frío buceando, siendo la más conocida los distintos trajes de buceo, parte del equipo en el que domina con mucho el traje de neopreno, es decir, el traje húmedo, con sus distintas calidades y grosores. Pero hablar de los trajes sería tema de otro o, posiblemente, otros post, ya que el tema es largo y complejo por la tremenda oferta del mercado.
La intención de este post es ofrecer algunos conceptos generales sobre el frío y la sensación de frío, para lo que creemos que en primer lugar será mejor repasar algunos conocimientos sobre nuestra temperatura corporal.
Regulación de la temperatura corporal
El ser humano es un mamífero homeotermo cuya temperatura interna oscila entre 36 y 37’5 grados Celsius (grados centígrados), incluso algunas personas presentan una temperatura algo inferior a los 36º C. La temperatura puede variar ligeramente de unos a otros individuos, como hemos dicho, pero la temperatura de cada individuo es muy estable con variaciones ocasionales que no sobrepasan los 0’5º C, es decir, si la temperatura de una persona dada es de 36º C, con 37º C sufrirá fiebre, mientras que otra persona puede tener una temperatura normal de 37º C. Un grupo de neuronas en el área preóptica del hipotálamo son nuestro termostato interno, pues se encargan de mantener la temperatura estable, disparando mecanismos que indicaremos para aumentar o reducir la pérdida de calor, consiguiendo así esa temperatura basal estable, a la que se producen, en la forma y velocidad idóneas, nuestros procesos celulares y corporales.
Para una persona desnuda, inmóvil y con el aire también inmóvil, la temperatura aérea de ambiente térmico neutral es de 18 a 19°C. El agua es 24 veces más conductora térmica que el aire y su calor específico es 1000 veces mayor que el del aire, por lo que en las mismas condiciones, en el agua y con el agua inmóvil, el ambiente térmico neutral es de 33°C.
En su actividad fisiológica normal, el cuerpo produce grandes cantidades de calor, parte del cual se destina a mantener constante esa temperatura interna, disipando el resto al exterior, a través de varios recursos, como conducción, convección y evaporación, disponiendo el cuerpo de varios mecanismos para asegurar la pérdida de calor, como respiración, vasodilatación periférica, sudoración (o sea, evaporación), etc. Si el entorno es negativo para el mantenimiento de la temperatura interna, el cuerpo también dispone de mecanismos para limitar la pérdida calórica, como vasoconstricción periférica, piloerección (muy eficaz en animales pero nada eficaz en el ser humano, ya que tiene muy poco pelo), estimulación cardiaca, movimientos musculares oscilantes (lo que conocemos como tiritera), etc. y, lo más importante, una sensación psicológica de frío, muy desagradable y que nos impulsa fuertemente a mover nuestra musculatura para producir calor, a buscar otro ambiente más confortable o a incrementar nuestra protección térmica (buscar más abrigo para ponernos).
Somos muy sensibles a la mínima variación de la temperatura corporal, poniendo nuestros sistemas fisiológicos sus recursos, para mantener constante la temperatura basal (temperatura de los órganos fundamentales para la vida, como el interior del tronco y el cerebro). El conjunto de recursos son los encargados de la termorregulación corporal.
Ahora bien, si la temperatura sube, se incrementa el metabolismo, lo que produce más calor y así se convierte en un círculo vicioso que terminaría acabando con la vida de la persona.
Cuando la temperatura supera los 42°C, los sistemas de control del cuerpo son ineficaces para aliviar el calor, incrementado además por el incremento de temperatura, por lo que literalmente las células se “queman”. A partir de los 42°C, se producen daños tisulares en el cerebro, de forma que aunque aliviemos la temperatura con medios externos (agua, hielo, etc.), es frecuente que queden secuelas permanentes, dependiendo de la edad de la persona y del tiempo que haya estado su temperatura basal alta. La fiebre es un fenómeno fisiológico (patológico) por el que nuestro termostato interno regula la temperatura a un valor más alto.
Si la temperatura baja, disminuye el metabolismo, por lo que producimos menos calor, lo que también se convierte en un círculo vicioso. Una temperatura basal de unos 30°C, provoca un estado catatónico y hace inviables los mecanismos fisiológicos reguladores de la temperatura, de forma que sin intervención externa (tratamiento clínico), la persona no se recupera y cuando la temperatura basal baja de los 25°C, la situación es irreversible, por lo que se produce la muerte de la persona.
No obstante, en condiciones normales, los mecanismos de regulación térmica tienen una enorme eficacia, no permitiendo, en una gran latitud de temperaturas, que la temperatura basal varíe en más de 1 décima. En el caso que nos ocupa, el buceo, los mecanismos reguladores tienen que actuar para mantener una temperatura que tiende al descenso, por la gran conductividad térmica del agua que hemos comentado. Debemos saber las consecuencias del consumo de recursos termostáticos y las soluciones técnicas que tenemos a nuestra disposición, en forma de equipos protectores, para aprender la importancia de protegernos del frío y cómo hacerlo eficazmente. Recordemos de nuevo que el buceo es una actividad lúdica, luego no debemos exponernos a riesgos.
Si el cuerpo no se ve capaz de mantener la temperatura estable, además de las consecuencias ya descritas, la primera acción es la limitación de la circulación distal (manos y pies), subiendo la limitación (y el enfriamiento) por piernas y brazos. Nuestra mente se vuelve torpe e incapaz de razonamiento complejo y nuestros miembros, debido a la escasa irrigación sanguínea, se hacen también torpes, lentos y mal coordinados. Consecuencias todas que conducen a una situación ciertamente peligrosa cuando estamos buceando, ya que debemos movernos bien, coordinadamente y necesitamos una mente lúcida, pues estamos desarrollando una actividad con una cierta complejidad técnica en un ambiente hostil.
Protección térmica para buceo
La información ofrecida sobre termorregulación corporal no es imprescindible que figure entre los conocimientos teóricos del buceador, por lo que no se suele incluir como teoría en los cursos de buceo, pero su conocimiento no está de más y sirve para dar solidez a algo que ya conocemos: la sensación de frío. Además nos sirve para ser más conscientes de la importancia de evitar el frío, ya que puede conducirnos a una situación de riesgo debido a las inevitables consecuencias fisiológicas.
Con mucha diferencia, la protección más utilizada en buceo recreativo es el traje de neopreno, pero todos sabemos que no impide que te mojes, incluso en inglés se llama wet suit lo que significa traje húmedo. El neopreno sí es impermeable y además, lo que vemos como costuras para la hechura del traje, realmente son costuras para unir el forro del neopreno, que es la parte visible, ya que las piezas de neopreno que conforman el traje van pegadas con cola, lo que hace dichas uniones también impermeables. No obstante, el agua se cuela por cuello, mangas, tobillos y cremalleras de forma que inunda el interior del traje.
La principal función del traje es entonces que esa capa de agua que lo inunda sea lo más fina posible y limitar la renovación de dicha agua, de forma que, calentamos el agua con el calor de nuestro cuerpo y al tener una limitada renovación con agua más fría del entorno, nos mantiene en un ambiente térmico confortable. Para conseguirlo, el traje se debe ajustar bien a nuestro cuerpo pero sin oprimir, lo que se consigue eligiendo la talla adecuada y aprovechando la relativa elasticidad del neopreno.
El neopreno asimismo, por su construcción, es un aislante térmico, estando su poder aislante relacionado con su grosor, de ahí que se ofrezcan grosores distintos según la temperatura del agua en la que se bucea. Si nos limitamos a los más comunes, de 3, 5 y 7 mm de espesor, los de 3 mm son, obviamente para aguas más cálidas y los de 5 y 7 mm para aguas más y más frías. Neoprenos de más de 7 mm tienen el problema de ser más rígidos, lo que provoca una gran pérdida de eficacia en cuanto a la limitación de la circulación de agua en su interior, por lo que para aguas más frías, en las que un 7 mm no sea suficiente, es más recomendable acudir a los trajes semisecos o a los trajes secos.
Si bajamos a profundidad, debemos tener en cuenta que la protección térmica pierde eficacia, ya que el neopreno consiste en micro celdas que retienen aire en su interior (u otro gas, dependiendo de su construcción), resultando que dichas celdas se comprimen por la presión, con lo que el espesor de neopreno disminuye con la profundidad. Este fenómeno explica la necesidad de, por ejemplo, un traje de 7 mm en una inmersión a mayor profundidad, cuando para una inmersión a la misma temperatura pero a poca profundidad sería suficiente un traje de 5 mm.
El uso del traje seco llega a ser prácticamente imprescindible en determinadas condiciones, pero por sus especiales características requiere un aprendizaje de uso que no se imparte en los distintos cursos de buceo, de ahí que ACUC, como Organización Internacional para la enseñanza del buceo, ofrezca cursos de especialidad para el buceo con traje seco.
No añadimos más. Como dijimos al principio, entrar a detallar o recomendar los distintos trajes o protecciones térmicas disponibles en el mercado, es mucho más largo de lo aconsejable para incluirlo aquí, por eso hemos querido limitar esta entrada a la termorregulación corporal y a indicar la necesidad de protección térmica adecuada. En un próximo o próximos post hablaremos más concretamente de los equipos de protección térmica disponibles.
Al final de esta entrada puedes escribir el comentario que te parezca bien. También bajo este párrafo hay un botón de suscripción que accede a un formulario para realizar dicha suscripción. Es gratuito y al suscribirte recibirás una notificación por correo electrónico, cada vez que se publique una nueva entrada en este blog.
Resumen de privacidad
Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento.
Sin embargo, puede contener enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la nuestra que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Cookies estrictamente necesarias
Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.